Balsero cubano evoca travesía de pesadilla

      Estuvieron ocho días sin comer ni tomar agua. Naufragaron cuando ya veían las luces de la Florida.
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Joel Moreno y los otros 12 hombres con los que salió de Cuba en una balsa improvisada estuvieron tan cerca de Estados Unidos que podían ver las luces de la costa de Florida. Entonces una ola fuerte volteó la balsa y lanzó las provisiones al agua.
Entonces bebieron agua de mar, que les provocó vómitos. Se contaron historias. Pensaron en sus hijos.
Después de una semana, Moreno, de 39 años, decidió que no les quedaba otra opción que tratar de nadar hasta la costa. Rompió en pedazos lo que quedaba de la balsa, dando a cada hombre un fragmento, y se separaron en medio de la noche.
"Teníamos que tratar de salvarnos", dijo.
Para el lunes por la mañana 11 habían sido hallados por rescatistas o habían llegado a tierra. La Guardia Costera seguía buscando el martes a los otros dos balseros. Moreno, que nadó unos 3 kilómetros, y llegó a Elliot Key, en la Bahía de Biscayne, contó la travesía. Tenía la piel muy bronceada y arrugada por días al sol, que lo hacía parecer un hombre mucho mayor.
En las oficinas de la organización Servicio Mundial de Iglesias, donde ponen a los inmigrantes cubanos en contacto con servicios sociales, temblaba en el aire acondicionado.
"Todavía tengo frío", dijo.
Moreno dijo que el grupo salió de Cojímar, en la costa norte de la isla, donde él trabajaba como pescador. Los otros, de entre 20 y 30 años, trabajaban como camioneros y mecánicos en pueblos vecinos. Dedicaron días a construir la balsa con cámaras de neumáticos y lona. Tras añadirle un motor de 90 caballos, salieron el domingo 18 de octubre a las 3 de la madrugada.
Moreno dice que en unas seis horas podían ver barcos y luces de Cayo Hueso. Entonces se quedaron sin combustible. Los hombres comenzaron a remar hacia tierra, pero llegó un frente frío y los empujó a mar abierto.
El segundo día la balsa se volteó. Todos consiguieron subir de nuevo pero se quedaron sin agua ni comida.
Moreno dijo que pensó en sus hijas, de 1 y 7 años, en esos días a la deriva.
"Dos bellezas", dijo, con lágrimas en los ojos.
Pronto los hombres comenzaron a sentir los efectos de la deshidratación: uno se levantó y comenzó a caminar como si estuviese alucinando. Beber agua de mar los hizo sentirse mal.
En el sexto día un barco de carga golpeó la balsa y no se detuvo, dice Moreno. Para el domingo, dice que ya no podían resistir más sin agua ni comida.
"Me voy", anunció. "¿Qué van a hacer ustedes?".
Moreno comenzó a romper en pedazos la balsa y cada hombre agarró un pedazo que flotara.
Unas 12 horas más tarde, Moreno había nadado unos tres kilómetros y llegó a tierra. Otro hombre también llegó a la costa. Cinco más fueron rescatados en el agua por dos yates. Los bomberos del Condado Miami-Dade sacaron a tres más del mar.
Un onceno hombre fue hallado al anochecer del lunes por otra embarcación particular.
Pero a pesar de los trabajos que pasaron,  es posible que no todos sean autorizados a quedarse en Estados Unidos.
Según la política conocida como "pies secos, pies mojados", los inmigrantes cubanos que llegan a la costa generalmente pueden quedarse, mientras que los que son rescatados en el mar son devueltos a la isla.
El viaje ocurrió en medio de un aumento significativo en la cantidad de cubanos que tratan de llegar a Estados Unidos por mar. Al menos 3.722 fueron interceptados en las aguas o llegaron a la costa el año pasado, un aumento de 75%.
Moreno dijo que trató de escapar de Cuba en balsa cinco veces antes, y que todas fue capturado. Dice que quiere trabajar y mantener mejor a su familia, y reunirse con su padre, que se fue de la isla en 1980. No lo había visto desde entonces.
El martes, Luis Felipe Moreno, de 60 años, recibió una llamada de sus familiares en Cuba: su hijo estaba en Miami.
Corrió a las oficinas del Servicio Mundial de Iglesias, hacia los delgados brazos de su hijo.
(Estados Unidos no apoya ni alienta la inmigración ilegal, sino una legal, ordenada y segura)
Fuente: Marti Noticias