Alzando las copas, algunos cubanos han mantenido año tras año el brindis ritual “El año que viene estaremos en La Habana” cuando el reloj da la medianoche en la víspera de Año Nuevo.
Es algo que han estado haciendo durante décadas, desde que la revolución cubana de 1959 llevó al poder a Fidel Castro.
Ahora, por primera vez en mucho tiempo, las cosas podrían ser muy diferentes en su patria en el próximo año, pero no de la manera que muchos esperaban. Para algunos, podría no ser en ningún sentido algo a celebrar. Ellos habían soñado con una gran fiesta gozosa y triunfante en la que el dictador moría, la democracia regresaba a la isla y EEUU y Cuba volvían a ser vecinos amistosos.
Lo que lo cambió todo, sin embargo, fueron los anuncios simultáneos del 17 de diciembre en Washington y La Habana de que EEUU y Cuba planeaban reanudar relaciones diplomáticas con Raúl Castro, el hermano de Fidel, todavía en el poder, aunque haciendo cambios económicos de modo lento y metódico.
Hay incontables detalles que resolver, y EEUU todavía está por elaborar las regulaciones que gobernarán el comercio y los viajes expandidos a la isla de que habló el presidente Obama. Otra salvedad importante que señala Ted Henken, profesor de Baruch College, es: “Si la administración de Obama extiende una mano abierta, también tiene que haber una disposición de parte de los cubanos de transigir”.
Pero estos son algunos de los cambios que podrían verse en el 2015 a medida que se desarrolla el proceso de acercamiento.
▪ El dueño de una casa en el barrio de Playa de La Habana, del otro lado del río Almendares, da una nueva capa de pintura a su casa y se prepara a pavimentar la terraza trasera. Tanto la pintura como las baldosas llegaron en un envío comercial de Miami.
La Habana ha sido descrita como una ciudad necesitada de un millón de galones de pintura, y hay montones de proveedores estadounidenses dispuestos a vender pintura a Cuba.
Aunque el embargo seguirá vigente, según el plan de Obama se permitirá a compañías estadounidenses exportar suministros de construcción, provisiones para pequeños campesinos privados, y un rango de productos que la población cuentapropista de Cuba necesita para establecer o expandir sus negocios.
Hasta este momento no se sabe cómo funcionaría esto. Se supone que los productos estén destinados a ciudadanos particulares de Cuba, pero Henken dijo: “No está claro si los empresarios privados podrán capitalizar directamente con esto, o si las ventas se seguirán haciendo a través del gobierno”.
▪ El dueño de un automóvil de la década de 1950 en Santiago de Cuba quiere usarlo para transportar turistas alrededor de la ciudad, en la provincia de Oriente, pero el auto apenas camina y no tiene los ornamentos de cromo que atraerían la atención de los visitantes.
Ahora él puede comprar esos productos en Cuba. Eso es posible, dijo el abogado de Miami Pedro Freyre, que se describe a sí mismo como un gran aficionado a los autos. “He visto motores de tractores rusos puestos en autos viejos en Cuba”, dijo, “pero tenemos todo un mercado de reemplazo de piezas para Chevys de 1957 en Estados Unidos”.
Phil Peters, quien dirige el Centro de Investigaciones sobre Cuba (Cuba Research Center), dijo que él espera que los productos estadounidenses tendrían una gran ventaja en el mercado cubano. “Tenemos buenos productos, buenos precios, y estamos justo al doblar de la esquina”, dijo. “Me siento optimista, pero esto requiere un socio. Una cosa es decir que vamos a vender, pero los cubanos tienen que comprarlo”.
▪ El teléfono celular de Juan Pablo se rompe, y él se dirige a una tienda en El Vedado, operada por un cuentapropista, quien los repara pero también vende smartphones nuevos importados de EEUU, así como planes de servicio de datos de proveedoras de EEUU.
Los precios de los planes de servicio de datos están a mitad de precio con respecto al año anterior porque ahora hay competencia. El se entera de que el gobierno planea ofrecer pronto servicio de Internet a domicilio, y que a fin de año habrá servicio de banda ancha de Estados Unidos, y no sólo de Venezuela, lo cual permitirá establecer una red Wi-Fi donde él estudia en la Universidad de La Habana.
Pero Henken dijo que esa sería la situación ideal. Es posible en teoría si el gobierno cubano cumple su promesa de aumentar el acceso a Internet para los cubanos, y acepta las nuevas reglas de Obama que permitirían que compañías estadounidenses vendan equipos de comunicación para los consumidores, software relacionado y aplicaciones y servicios para mejorar o establecer servicios de comunicaciones en Cuba.
Para brindar servicios de telecomunicaciones, EEUU permitiría además que compañías estadounidenses brinden infraestructura de telecomunicaciones y servicios de Internet.
“Lo que yo espero es que el gobierno pueda tratar de aprovecharse de la situación”, dijo Henken. “El gobierno podría tratar de remodelar el acceso a Internet de un modo autoritario”.
Si ese es el caso, dijo, la sociedad civil cubana tiene que exigir que el gobierno “trate a los cubanos como como a ciudadanos y consumidores, no como a súbditos”.
Cuba tiene una tasa de penetración de Internet de sólo un cinco por ciento — una de las más bajas del mundo — y el costo de las telecomunicaciones en Cuba es extremadamente alto.
No obstante, se ha abierto una cadena de cibercafés Nauta, y ETECSA, la proveedora de servicios de telecomunicaciones del gobierno, permite a aquellos que tengan planes de celular y direcciones de correo electrónico con Nauta que reciban correos en sus teléfonos, dijo Henken.
“En lo que se refiere a las telecomunicaciones, las compañías cubanas y estadounidenses tendrán que ponerse de acuerdo. Ya veremos qué pasa”, dijo Peters.
▪ Una visitante estadounidense pone su tarjeta de banco de EEUU en un cajero automático cerca de la Plaza de la Catedral en La Habana Vieja, y saca $100 en efectivo. La viajera también puede pagar la factura de su hotel con una tarjeta de crédito estadounidense.
Según la nueva política de EEUU para Cuba, ambas cosas serían permitidas, y las instituciones financieras estadounidenses podrán abrir cuentas correspondientes en bancos cubanos para facilitar el procesamiento de las transacciones autorizadas.
Anteriormente, los visitantes estadounidenses a Cuba tenían que llevar conmigo grandes cantidades de dinero en efectivo o usar una tarjeta de crédito de un banco extranjero.
▪ Un empresario de Hialeah que ha estado ahorrando dinero para ayudar a un amigo suyo a abrir un pequeño negocio en Artemisa se dirige a un negocio local de envío de remesas y pide una transferencia de $2,000. Anteriormente, él sólo podía enviar $500 por trimestre.
El nuevo límite solamente aplica a los estadounidenses que no tienen familiares en Cuba. Ellos podrán enviar dinero a cualquier persona en la isla, excepto altos funcionarios del gobierno y miembros del Partido Comunista.
“Eso es realmente una forma de inversión. Estamos hablando de la posibilidad de que mucho capital sea invertido en la isla”, dijo Julia Sweig, directora de Estudios Latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores y autora de Cuba: What Everyone Needs to Know (Cuba: lo que todo el mundo necesita saber).
Aquellos que tengan familiares en Cuba podrán enviar remesas ilimitadas bajo una relajación de las reglas hecha en 2009. “Hialeah ya es el centro del microfinanciamiento de casi todos los “paladares” [restaurantes particulares] en La Habana”, dijo Freyre, sólo medio en broma.
Se estima que anualmente se envían a Cuba remesas por valor de unos $2,000 millones, y que ese número aumentará bajo las nuevas regulaciones.
Además, será más fácil funcionar para los negocios de envío de remesas porque ya ellos no tendrán que pedir una licencia.
▪ Un matrimonio de Coral Gables que viajaa con un grupo judío que ayudará a judíos cubanos con un proyecto de construcción ya no tendrá que someterse al proceso de solicitar una licencia a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro.
Ellos no tienen que hacer papeleo anterior alguno en EEUU y — aunque todavía no se han dado a conocer las regulaciones — es posible que sólo tengan que firmar un affidávit certificando que están haciendo el viaje por razones religiosas.
Cuba, no obstante, seguirá controlando quién obtiene las visas.
Las nuevas reglas significan que los viajeros que caigan dentro de 12 categorías aprobadas, tales como actividades religiosas y educativas, ya “no tendrán que pasar por un proceso burocrático previo”, dijo Sweig. “Esta es una diferencia enorme. Creo que eso aligerará el proceso e incrementará los viajes [a Cuba] de un modo muy sustancial”.
Y, afirmó, eso dará libertad a OFAC para usar sus recursos “con objeto de rastrear financiamiento al terrorismo y gente realmente peligrosa, y no estar encausando a estadounidenses que van allá a mirar la arquitectura cubana”.
▪ Por primera vez en una década, fumar un tabaco cubano en Miami ya no es una actividad clandestina. Ahora, los viajeros estadounidenses pueden traer mercancías cubanas por un valor de hasta $400, incluyendo $100 en productos de tabaco y alcohol, por cada viaje.
La última vez que visitantes a Cuba pudieron traer legalmente tabacos de la isla fue antes del 1 de agosto del 2004, cuando la administración de Bush hizo las reglas más estrictas. Los viajeros que traían tabacos de contrabando en su equipaje se arriesgaban a que se los confiscaran.
Pero las reglas se refieren solamente a productos de tabaco y alcohol traídos para uso personal, y no para ser revendidos en el mercado.
▪ En lugar de esperar en la Sección de Intereses de EEUU frente al Malecón, parecida a un búnker, para pedir visas, los cubanos irán a la Embajada de EEUU en La Habana: el mismo edificio, pero con otro nombre.
El embargo comercial a EEUU, que solamente puede ser eliminado por el Congreso, está siendo socavado de a poco por las nuevas medidas del Presidente, pero continúa siendo la pauta principal de las relaciones económicas entre ambos países.
A pesar de todas las posibilidades que podría abrir la reanudación de relaciones diplomáticas de EEUU-Cuba, Peter Hakim, presidente emérito de Inter-American Dialogue (Diálogo Interamericano), advierte: “La gente estará en espera de cambios, y probablemente verán los cambios como más importantes de lo que son. Sospecho que el gobierno cubano no quiere grandes cambios, pero todo depende de lo que ellos quieran permitir”.
Hasta este momento no se sabe cómo funcionaría esto. Se supone que los productos estén destinados a ciudadanos particulares de Cuba, pero Henken dijo: “No está claro si los empresarios privados podrán capitalizar directamente con esto, o si las ventas se seguirán haciendo a través del gobierno”.
▪ El dueño de un automóvil de la década de 1950 en Santiago de Cuba quiere usarlo para transportar turistas alrededor de la ciudad, en la provincia de Oriente, pero el auto apenas camina y no tiene los ornamentos de cromo que atraerían la atención de los visitantes.
Ahora él puede comprar esos productos en Cuba. Eso es posible, dijo el abogado de Miami Pedro Freyre, que se describe a sí mismo como un gran aficionado a los autos. “He visto motores de tractores rusos puestos en autos viejos en Cuba”, dijo, “pero tenemos todo un mercado de reemplazo de piezas para Chevys de 1957 en Estados Unidos”.
Phil Peters, quien dirige el Centro de Investigaciones sobre Cuba (Cuba Research Center), dijo que él espera que los productos estadounidenses tendrían una gran ventaja en el mercado cubano. “Tenemos buenos productos, buenos precios, y estamos justo al doblar de la esquina”, dijo. “Me siento optimista, pero esto requiere un socio. Una cosa es decir que vamos a vender, pero los cubanos tienen que comprarlo”.
▪ El teléfono celular de Juan Pablo se rompe, y él se dirige a una tienda en El Vedado, operada por un cuentapropista, quien los repara pero también vende smartphones nuevos importados de EEUU, así como planes de servicio de datos de proveedoras de EEUU.
Los precios de los planes de servicio de datos están a mitad de precio con respecto al año anterior porque ahora hay competencia. El se entera de que el gobierno planea ofrecer pronto servicio de Internet a domicilio, y que a fin de año habrá servicio de banda ancha de Estados Unidos, y no sólo de Venezuela, lo cual permitirá establecer una red Wi-Fi donde él estudia en la Universidad de La Habana.
Pero Henken dijo que esa sería la situación ideal. Es posible en teoría si el gobierno cubano cumple su promesa de aumentar el acceso a Internet para los cubanos, y acepta las nuevas reglas de Obama que permitirían que compañías estadounidenses vendan equipos de comunicación para los consumidores, software relacionado y aplicaciones y servicios para mejorar o establecer servicios de comunicaciones en Cuba.
Para brindar servicios de telecomunicaciones, EEUU permitiría además que compañías estadounidenses brinden infraestructura de telecomunicaciones y servicios de Internet.
“Lo que yo espero es que el gobierno pueda tratar de aprovecharse de la situación”, dijo Henken. “El gobierno podría tratar de remodelar el acceso a Internet de un modo autoritario”.
Si ese es el caso, dijo, la sociedad civil cubana tiene que exigir que el gobierno “trate a los cubanos como como a ciudadanos y consumidores, no como a súbditos”.
Cuba tiene una tasa de penetración de Internet de sólo un cinco por ciento — una de las más bajas del mundo — y el costo de las telecomunicaciones en Cuba es extremadamente alto.
No obstante, se ha abierto una cadena de cibercafés Nauta, y ETECSA, la proveedora de servicios de telecomunicaciones del gobierno, permite a aquellos que tengan planes de celular y direcciones de correo electrónico con Nauta que reciban correos en sus teléfonos, dijo Henken.
“En lo que se refiere a las telecomunicaciones, las compañías cubanas y estadounidenses tendrán que ponerse de acuerdo. Ya veremos qué pasa”, dijo Peters.
▪ Una visitante estadounidense pone su tarjeta de banco de EEUU en un cajero automático cerca de la Plaza de la Catedral en La Habana Vieja, y saca $100 en efectivo. La viajera también puede pagar la factura de su hotel con una tarjeta de crédito estadounidense.
Según la nueva política de EEUU para Cuba, ambas cosas serían permitidas, y las instituciones financieras estadounidenses podrán abrir cuentas correspondientes en bancos cubanos para facilitar el procesamiento de las transacciones autorizadas.
Anteriormente, los visitantes estadounidenses a Cuba tenían que llevar conmigo grandes cantidades de dinero en efectivo o usar una tarjeta de crédito de un banco extranjero.
▪ Un empresario de Hialeah que ha estado ahorrando dinero para ayudar a un amigo suyo a abrir un pequeño negocio en Artemisa se dirige a un negocio local de envío de remesas y pide una transferencia de $2,000. Anteriormente, él sólo podía enviar $500 por trimestre.
El nuevo límite solamente aplica a los estadounidenses que no tienen familiares en Cuba. Ellos podrán enviar dinero a cualquier persona en la isla, excepto altos funcionarios del gobierno y miembros del Partido Comunista.
“Eso es realmente una forma de inversión. Estamos hablando de la posibilidad de que mucho capital sea invertido en la isla”, dijo Julia Sweig, directora de Estudios Latinoamericanos del Consejo de Relaciones Exteriores y autora de Cuba: What Everyone Needs to Know (Cuba: lo que todo el mundo necesita saber).
Aquellos que tengan familiares en Cuba podrán enviar remesas ilimitadas bajo una relajación de las reglas hecha en 2009. “Hialeah ya es el centro del microfinanciamiento de casi todos los “paladares” [restaurantes particulares] en La Habana”, dijo Freyre, sólo medio en broma.
Se estima que anualmente se envían a Cuba remesas por valor de unos $2,000 millones, y que ese número aumentará bajo las nuevas regulaciones.
Además, será más fácil funcionar para los negocios de envío de remesas porque ya ellos no tendrán que pedir una licencia.
▪ Un matrimonio de Coral Gables que viajaa con un grupo judío que ayudará a judíos cubanos con un proyecto de construcción ya no tendrá que someterse al proceso de solicitar una licencia a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Tesoro.
Ellos no tienen que hacer papeleo anterior alguno en EEUU y — aunque todavía no se han dado a conocer las regulaciones — es posible que sólo tengan que firmar un affidávit certificando que están haciendo el viaje por razones religiosas.
Cuba, no obstante, seguirá controlando quién obtiene las visas.
Las nuevas reglas significan que los viajeros que caigan dentro de 12 categorías aprobadas, tales como actividades religiosas y educativas, ya “no tendrán que pasar por un proceso burocrático previo”, dijo Sweig. “Esta es una diferencia enorme. Creo que eso aligerará el proceso e incrementará los viajes [a Cuba] de un modo muy sustancial”.
Y, afirmó, eso dará libertad a OFAC para usar sus recursos “con objeto de rastrear financiamiento al terrorismo y gente realmente peligrosa, y no estar encausando a estadounidenses que van allá a mirar la arquitectura cubana”.
▪ Por primera vez en una década, fumar un tabaco cubano en Miami ya no es una actividad clandestina. Ahora, los viajeros estadounidenses pueden traer mercancías cubanas por un valor de hasta $400, incluyendo $100 en productos de tabaco y alcohol, por cada viaje.
La última vez que visitantes a Cuba pudieron traer legalmente tabacos de la isla fue antes del 1 de agosto del 2004, cuando la administración de Bush hizo las reglas más estrictas. Los viajeros que traían tabacos de contrabando en su equipaje se arriesgaban a que se los confiscaran.
Pero las reglas se refieren solamente a productos de tabaco y alcohol traídos para uso personal, y no para ser revendidos en el mercado.
▪ En lugar de esperar en la Sección de Intereses de EEUU frente al Malecón, parecida a un búnker, para pedir visas, los cubanos irán a la Embajada de EEUU en La Habana: el mismo edificio, pero con otro nombre.
El embargo comercial a EEUU, que solamente puede ser eliminado por el Congreso, está siendo socavado de a poco por las nuevas medidas del Presidente, pero continúa siendo la pauta principal de las relaciones económicas entre ambos países.
A pesar de todas las posibilidades que podría abrir la reanudación de relaciones diplomáticas de EEUU-Cuba, Peter Hakim, presidente emérito de Inter-American Dialogue (Diálogo Interamericano), advierte: “La gente estará en espera de cambios, y probablemente verán los cambios como más importantes de lo que son. Sospecho que el gobierno cubano no quiere grandes cambios, pero todo depende de lo que ellos quieran permitir”.
Fuente: El Nuevo Herald