El decisivo papel de los cubanoamericanos



El presidente Barack Obama hizo historia la semana pasada al redefinir la relación de Estados Unidos y Cuba, una relación que estuvo dominada por más de medio siglo de aislamiento y confrontación. Su anuncio reveló que, durante 18 meses, la Casa Blanca estuvo involucrada en negociaciones secretas con Cuba, con el apoyo de Canadá y con una participación destacada del Vaticano. Aunque ninguna entidad sola puede atribuirse el mérito de hacer realidad este anuncio histórico, los cubanoamericanos en el sur de Florida han desempeñado un papel importante que requiere especial atención.
La comunidad cubanoamericana, que fue en el pasado un bloque de apoyo confiable de las sanciones de Estados Unidos contra de Cuba, viene mostrando desde hace un tiempo señales de un cambio de actitud. Las encuestas realizadas en el sur de Florida a partir del año 2000 revelaron que la comunidad cubanoamericana no era ya un bloque monolítico.
Los partidarios de sanciones por parte de Estados Unidos respondieron con furor, realizando marchas, criticando en los medios locales de radio y atacando a los organizadores de estas encuestas que intentaban monitorear dichos cambios.
Con el tiempo, los miembros de la comunidad cubanoamericana desecharon los miedos que, al principio, les impedían expresar su apoyo a las políticas alternativas públicamente. A pesar de los ataques de los miembros de la línea dura, los cubanoamericanos encontraron consuelo a medida que más voces en la comunidad adoptaban las palabras del papa Juan Pablo II que urgía a Cuba a abrirse al mundo, y al mundo a abrirse a Cuba.
A medida que los cubanoamericanos exigían cambios en la política hacia la isla, los políticos comenzaron a aceptar estas ideas. Cuando el entonces senador Obama visitó Miami durante la campaña presidencial en 2008, anuncio en un salón lleno de cubanoamericanos que “es hora de implementar la diplomacia con amigos y enemigos, sin precondiciones”.
Un año más tarde, cumplió con su promesa de la campaña al liberalizar los viajes familiares y las remesas, revirtiendo de esta manera las políticas de sus predecesores que respondían a una minoría decreciente de defensores de la línea dura, que solo sirvió para separar a las familias.
A medida que las actitudes en la comunidad cubanoamericana continuaron evolucionando, miles de sus miembros comenzaron a viajar a la isla, muchos de ellos por primera vez en medio siglo, bajo las nuevas normas de la Administración Obama.
Cuando el presidente Obama fue reelegido en 2012, recibió el apoyo de la mayoría de la comunidad, lo cual representó un evento sin precedentes para un candidato demócrata. Ese mismo año, los cientos de miles de cubanoamericanos que viajaron a la isla representaron un número mayor que todos los votos de apoyo a los congresistas de origen cubano en el sur de Florida combinados, que aún continúan apoyando el embargo.
La comunidad cubanoamericana, que fue en cierto momento el mayor obstáculo para modificar la política de Estados Unidos hacia Cuba, ya ha comenzado el proceso de normalización y de reconciliación que ha ayudado a inspirar esta nueva política de Estados Unidos. Mientras un pequeño grupo de firmes defensores de las sanciones continúa apoyando las fallidas políticas del pasado, Estados Unidos y Cuba comienzan un nuevo capítulo en sus relaciones. Con los osados pasos dados por el presidente Obama, un mayor número de estadounidenses, de origen cubano o no, podrán unirse a este proceso de normalización.
Tomás Bilbao es director ejecutivo del Grupo de Estudios sobre Cuba, con sedes en Washington y Miami.
Fuente: El Pais