“Para los norteamericanos, Cuba es una burbuja romántica”

 


El periodista Jon Lee Anderson, invitado al Hay de Cartagena y autor de Che Guevara. Una vida revolucionaria, carbura un nuevo proyecto relacionado con Cuba: un libro sobre Fidel Castro que entiende como continuación de la obra sobre el icónico guerrillero y como la pieza que completa su investigación de la Cuba revolucionaria. “Después del romántico, del utópico, el estadista. El guardián”.
Pregunta. ¿Qué ha ocurrido para que Raúl Castro inicie la apertura con Estados Unidos que su hermano no abordó?
Respuesta. Le ha tocado una fase distinta. Le ha tocado lidiar con la muerte de Chávez, que había sido espónsor de Cuba, y para cualquier observador de Cuba esta normalización con Estados Unidos era inevitable. En realidad, aunque esto tiene una envergadura mucho mayor, los dos países han estado en diálogos de un tipo u otro desde hace años, con bajo perfil. Y lo que ha pasado ahora se desprende de una coyuntura norteamericana que coincide con una cubana. Obama, después de las legislativas ganadas por los republicanos, que le han hecho la guerra contra todas sus reformas, responde con esta inciativa, que algunos interpretan como un puñetazo en el ojo a los republicanos. Y le fue factible hacerla en parte porque los sondeos nuevos dicen que los cubanoamericanos apoyan el acercamiento, al contrario de épocas pasadas. Eso se ha combinado con un mayor pragmatismo de Raúl, que a partir de 2010 inició reformas que a su vez eran gestos hacia EE UU.
P. ¿En qué se diferencia el poder de Raúl Castro del que tuvo Fidel?
R. En un aspecto es el mismo: los dos son los máximos referentes políticos, algo así como el sol en medio del sistema solar. Pero han logrado una transición pacífica, y el aspecto dinástico ha menguado con la declaración de Raúl de que no buscará un segundo periodo al mando. Y también son distintos. Fidel es el líder máximo histórico. Raúl se mantuvo en la discreción absoluta durante medio siglo; recuerde que es un hombre que en 50 años no había dado ninguna entrevista hasta una que dio en 2008 a Sean Penn.
P. ¿Cómo cohabitan distintas generaciones en la cúpula cubana?
R. La estancia de los Castro en el poder tiene fecha de vencimiento, con ese plan de relevo anunciado por Raúl, y se cree que será reemplazado por un lealista como Miguel Díaz-Canel, el vicepresidente, que ha emergido a través de los rangos desde que era joven. Es un hombre que ya nació dentro de la Revolución. Su generación son los críos de la Revolución.
P. ¿El proceso cubano es comparable a otros?
R. Hasta cierto punto sí, con los procesos de transición con continuismo en China y Vietnam, que se han abierto al mercado manteniendo la hegemonía del partido. Es obvio que la democratización y el multipartidismo, si es que va a ocurrir, ocurrirá a largo plazo en todos estos países. También tiene algo que ver con Irán, donde en la presidencia se alternan conservadores con otros más abiertos como el actual, Rohani, mientras que el referente del líder supremo religioso cada vez importa menos para las nuevas mayorías del país. Hoy los iraníes pueden ir y venir de Irán, algunos tienen casa en Estados Unidos y casa en Teherán; en Los Ángeles hay un barrio que le llama Iranistán. Ahora los ortodoxos no tienen todo el campo libre como en otro tiempo. Es una sociedad más matizada. Y Cuba, aún bajo la conducción del partido único por el momento, puede convertirse en una sociedad cada vez más matizada y abierta también.
P. ¿Cuáles son los objetivos en común de EE UU y Cuba?
R. El objetivo mutuo es la normalización de relaciones. Poder hablar de tú a tú de forma pragmática y sin esa cosa airada e ideologizada. Los dos quieren tener acceso al otro. Para Cuba es muy importante la economía de los Estados Unidos. Puedes tener a todo el resto del mundo visitándote, pero si no tienes relación con tu vecino más cercano y también mas pudiente… Y a la vez Cuba es un país con el que muchos norteamericanos están fascinados.
P. ¿Qué les fascina?
R. En el imaginario de Estados Unidos, Cuba es como una burbuja romántica metida en los tiempos en los que aparentemente todo estaba bien. Cuando el Camelot de Kennedy, cuando Hemingway, y antes de Vietnam. El diferendo con Cuba antecedió al arranque del declive del sueño americano. Y cuando visitas Cuba hoy y ves ciertos barrios de los años cincuenta, ves un recuerdo de aquel sueño americano. Recuerdas la época en que nuestros padres bailaban los bailes que salían de Cuba. Es la historia de un romance juvenil truncado abruptamente, de una nostalgia dulceamarga por lo que hubo y que no podia ser. Es igual para muchos cubanos de la época que iban y venían a Estados Unidos como Pedro por su casa. Conozco a jazzistas de 80 años en Cuba que se pasaron los cincuenta en los clubes de Nueva York. Y todo eso se paró en seco. Imagínate. Y esto son solo aspectos anecdóticos. Ha sido todo un trauma.
Fuente: El Pais