El boom del mercado de bienes raíces promete
cambios profundos en la economía cubana, con los cubanos generando
ganancias con la venta de sus casas, el Gobierno levantando propiedades
de lujo para turistas foráneos, y extranjeros arriesgando sus millones
de dólares en la posible apertura de la isla.
"La apertura diplomática entre Washington y La Habana está, además, alimentando un frenesí de especulaciones sobre lo que ocurriría si los estadounidenses pueden volver a comprar legalmente propiedades en Cuba", publica hoy en un reportaje el diario estadounidense The Wall Street Journal.
A pesar de los obstáculos que presenta la ley cubana para los inversionistas extranjeros, algunos encuentran los resquicios legales para posicionarse como primeros en el mercado inmobiliario cubano, seguros de que este movimiento les hará ricos en el futuro.
Los cubanos residentes en el exterior llevan una ligera ventaja, pueden viajar a la isla cuando gusten –a diferencia de los estadounidenses– y muchos tienen la solvencia económica para comprar propiedades en la isla.
"Muchos cubanos de Miami están volando a la isla para comprarse propiedades, gente que tiene US$300.000, US$400.000 o US$1 millón bajo el colchón", dijo a la publicación el empresario cubano-americano Hugo M. Cancio radicado en Miami.
Un ejemplo del crecimiento del mercado inmobiliario cubano se evidencia en el aumento en el número de páginas de El Papelito, un panfleto de anuncios inmobiliarios que se vende por US$1 en las calles de La Habana. La edición revisada por el periodista del WSJ contaba 24 páginas.
"El Papelito incluye todo tipo de avisos, desde apartamentos estrechos de US$5.000 en la pintoresca Habana Vieja hasta mansiones de US$1 millón en barrios señoriales como Miramar", ejemplifica la publicación.
Un resort de golf de US$350 millones a menos de dos horas en auto de La Habana y un centro recreativo acuático en Varadero, con espacio de atraque para unos 400 yates, un centro comercial, restaurantes y cafés, se cuentan entre las iniciativas del Gobierno de Raúl Castro, en conjunto con compañías extranjeras, construidas con el turista extranjero en mente.
El artículo también advierte de los posibles conflictos legales que podrían surgir con la comercialización de terrenos y edificaciones que fueron confiscadas a familias cubanas ahora residentes en el exilio, pero que insisten en ser compensadas o en que sus propiedades les sean devueltas, tras el restablecimiento de relaciones Cuba-Estados Unidos.
Fuente: Marti Noticias