Cuando se habla en el mundo del “cuarto éxodo cubano”, expresado en
los más de 8 mil isleños estancados en Centroamérica camino a los
Estados Unidos, cientos de los que décadas atrás fueron exiliados
reclaman ahora su derecho a la repatriación con fines económicos.
Invertir dentro de la isla para aprovechar su florecimiento turístico y adquirir propiedades para moverse con facilidades entre un país y otro, son algunos de los principales motivos por los que el cubano emigrado decide iniciar el proceso de repatriación.
En virtud de las normativas cubanas que, desde el 2012, hacen expedito el proceso para la mayoría de los exiliados que lo deseen, son muchos los que deciden llegar primero a Cuba antes que lo hagan las grandes compañías atraídas por la apertura económica de la isla y la normalización entre La Habana y Washington.
Por tanto, la gran mayoría de los cubanos con otras ciudadanías o
residencias que optan por iniciar la repatriación no pretenden
establecerse en la isla de forma permanente, sino legalizar su estatus
jurídico para poder comprar o heredar viviendas y propiedades de los
padres y otros familiares.
El trámite, que puede costar hasta 100 dólares en sellos, tiene una duración de tres a nueve meses y tras su culminación el solicitante tendrá derecho a obtener su carnet de identidad y reintegrarse al Registro Civil Cubano con todos sus derechos como ciudadano del país.
Aquellos que tengan residencia permanente u otras ciudadanías no están obligados a residir en Cuba luego de repatriarse; tampoco corre riesgo alguno el estatus legal que cada quien posea fuera de Cuba.
Igualmente, el interesado debe contar con una vivienda que lo reciba y una vez obtenido su documento de identidad, podrá permanecer todo el tiempo que desee en la isla sin tener que pagar la prórroga exigida a los cubanos residentes en el extranjero.
En este contexto surge una suerte de paradoja: el mercado inmobiliario cubano es impulsado en gran medida por la venta de inmuebles pertenecientes a personas que aspiran salir del país.
Dichas propiedades son compradas y rehabilitadas posteriormente por cubanos residentes en el extranjero que, según analistas, desean regresar a Cuba para aprovechar los beneficios económicos de la apertura y la reconciliación con EE.UU.
Fuente: CiberCuba
Invertir dentro de la isla para aprovechar su florecimiento turístico y adquirir propiedades para moverse con facilidades entre un país y otro, son algunos de los principales motivos por los que el cubano emigrado decide iniciar el proceso de repatriación.
En virtud de las normativas cubanas que, desde el 2012, hacen expedito el proceso para la mayoría de los exiliados que lo deseen, son muchos los que deciden llegar primero a Cuba antes que lo hagan las grandes compañías atraídas por la apertura económica de la isla y la normalización entre La Habana y Washington.
El trámite, que puede costar hasta 100 dólares en sellos, tiene una duración de tres a nueve meses y tras su culminación el solicitante tendrá derecho a obtener su carnet de identidad y reintegrarse al Registro Civil Cubano con todos sus derechos como ciudadano del país.
Aquellos que tengan residencia permanente u otras ciudadanías no están obligados a residir en Cuba luego de repatriarse; tampoco corre riesgo alguno el estatus legal que cada quien posea fuera de Cuba.
Igualmente, el interesado debe contar con una vivienda que lo reciba y una vez obtenido su documento de identidad, podrá permanecer todo el tiempo que desee en la isla sin tener que pagar la prórroga exigida a los cubanos residentes en el extranjero.
En este contexto surge una suerte de paradoja: el mercado inmobiliario cubano es impulsado en gran medida por la venta de inmuebles pertenecientes a personas que aspiran salir del país.
Dichas propiedades son compradas y rehabilitadas posteriormente por cubanos residentes en el extranjero que, según analistas, desean regresar a Cuba para aprovechar los beneficios económicos de la apertura y la reconciliación con EE.UU.
Fuente: CiberCuba