Los Papeles de Panamá han terminado por salpicar a
Cuba. La filtración de documentos confirma algo que había sido
denunciado por exfuncionarios chavistas y opositores de Venezuela. El
Gobierno de la Isla mantiene un estricto control sobre el sistema de
personalización de pasaportes y cédulas electrónicas del país
sudamericano.
El Ejecutivo de La Habana maniobró legalmente para hacerse con el acceso al software que
contiene los datos para la emisión y actualización de estos documentos,
a través de Albet Ingeniería y Sistemas, según se precisa en un contrato que ha salido a la luz con los Papeles de Panamá.
En el documento filtrado se aclara que la "totalidad de las licencias
de uso de las aplicaciones informáticas" que se describen como
"especificaciones relativas al software, al hardware
y a las licencias" serían transferidas a la parte cubana involucrada en
el contrato, en este caso el Banco Financiero Internacional S.A de la
República de Cuba, denominado como "Banco de Albet" en el texto.
En 2011, el diario El Nacional
había alertado sobre el acceso de los servicios de inteligencia cubanos
al sistema de elaboración de las nuevas cédulas electrónicas "gracias a
un convenio secreto que excluyó del proceso la participación de
técnicos venezolanos", según un exasesor del Ministerio de Interior y
Justicia.
La Habana maniobró legalmente para hacerse con el acceso al 'software' que contiene los datos para la emisión y actualización de estos documentos
El artículo revelaba que la parte cubana tenía la
posibilidad de "incluir o borrar información de las bases de datos y
hasta expedir documentos de identidad venezolanos a ciudadanos de otros
países". Anthony Daquin, quien hasta 2009 fue asesor del ministerio
venezolano en materia de documentos electrónicos, denunció en ese
momento que "los cubanos manejan el software y
marcan las directrices de seguridad, cómo se abre la caja criptográfica
(mecanismo de cifrado de la información en el chip electrónico), cuántas
veces, cuándo se destruye el chip".
"Esta gente
tiene la capacidad de hacer un pasaporte venezolano en Cuba y a la vez
sembrar esos datos en el sistema", advertía Daquin y los Papeles de
Panamá le están dando la razón. El Gobierno cubano, a través de "Albet",
adquirió "un derecho de uso perpetuo, no exclusivo e intransferible a
través del software entregado junto con el sistema", se revela.
Los documentos del bufete panameño Mossack Fonseca desvelan otros
detalles del entramado de los pasaportes venezolanos, que cuentan con
una tecnología de fabricación alemana oculta a través de varias empresas propiedad del banquero peruano Francisco Pardo.
La tecnología de láminas de policarbonato de los documentos de
identidad venezolanos se fabricó hace aproximadamente 10 años en la
empresa alemana Bundesdrukerei, que temía hacer negocios con Cuba o
Venezuela directamente por una cuestión de reputación. La compañía se
valió de un entramado que tiene como máximo beneficiario a Pardo Mesones
reconocido por su fuerte defensa de la propiedad privada pero que
obtuvo grandes sumas de dinero como propietario de Billingsley Global
Corp y otras empresas offshore, que servían como vehículo para que La Habana revendiera a Caracas la tecnología de los pasaportes bolivarianos.
En 2005, el ministro de Interior y Justicia venezolano, Jesse Chacón,
se ocupó de localizar las empresas que fabricasen los pasaportes y
cédulas electrónicas. Tras quedar descartados EE UU y China, Pardo
Mesones preparó en Caracas una triangulación de transferencias y
contratos a través de paraísos fiscales para lograr ocultar la
procedencia real de la tecnología.
Tras varios
encuentros en Venezuela, Perú y Panamá, el equipo de Mossack Fonseca
diseñó el entramado que, de entrada, supuso para Pardo Mesones a través
de su empresa al menos 64 millones de euros: 40 millones para Alemania y
otros 24 para su bolsillo.
Fuente: 14Ymedio